Deberes: cantidad Vs. calidad

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Según un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sobre el informe PISA dice que: los alumnos españoles de 15 años pasan alrededor de 6 horas a la semana haciendo los deberes. Esto nos sitúa en el cuarto lugar en número de horas tras Italia (8 horas semanales), Irlanda (7 horas semanales) y Polonia (7 horas semanales). Además, la OCDE no deja de advertir que el hecho de que los niños hagan más deberes no mejora el nivel de rendimiento escolar. De hecho, los estudiantes de Finlandia y Corea obtienen los mejores resultados y dedican menos de 3 horas a la semana haciendo las tareas del colegio.

¿Esto no os da qué pensar? Uno de los temas sobre más reflexiono es este, el de los deberes. Como suele ocurrir en otros ámbitos, aquí también solemos confundir la calidad con la cantidad, y así, nos solemos encontrar en la situación que vivimos hoy en día.

Ha sido el anuncio de Ikea el que me ha empujado, para decirlo de algún modo, a escribir esta entrada; porque me ha parecido interesante la comparación que hace entre los deberes y las cenas. A continuación os facilito el vídeo y después mi reflexión.

Las escuelas que utilizan libros, ejemplares, fotocopias,… por lo general, también mandan deberes que son del mismo estilo. Se da un aprendizaje que se diferencia por áreas o asignaturas y en los deberes también se promueve un aprendizaje parecido: los niños hacen ejercicios de matemáticas, idiomas, historia,… Por el contrario, en las escuelas que se trabaja por proyectos el abanico es más amplio. Ya no hablamos de asignaturas independientes, sino que hablamos sobre la interdisciplinariedad. Porque la vida se basa en eso, en la interdisciplinariedad. En el día a día llevamos a cabo muchas actividades y en todas ponemos en marcha en nuestra cabeza diferentes áreas. Por eso, trabajar por proyectos quiere decir respetar la realidad y tenerla en cuenta.

Volviendo al anuncio de Ikea, trabajar el Sistema Solar podría ser un proyecto, y aquí podríamos unir diferentes asignaturas como los idiomas, las matemáticas, el medio ambiente,… En casa haríamos lo mismo y se podría mandar deberes que respeten la misma forma de trabajar. Por ejemplo, podemos representar el Sistema Solar utilizando diferentes frutas y verduras, y de esta manera, los niños aprenderán muchas mas cosas de las que creemos: los tamaños, los nombres, las distancias,… y como no, los nombres y las características de las frutas y las verduras. De este modo, tenemos la oportunidad de respetar los intereses y la curiosidad de ellos, la oportunidad de aprender jugando y de que puedan gestionar el tiempo según las ganas que tengan para desarrollar la actividad que les hemos propuesto.

Con esto no quiero hacer una comparación negativa entre las escuelas más tradicionales y las más innovadoras. Solo decir, que puede ser más fácil mandar deberes de este tipo en las escuelas que se trabaja la interdisciplinariedad, porque los niños están más acostumbrados a este tipo de juegos, porque al fin y al cabo para ellos es solo eso, un juego.

Los más jovencitos pasan demasiadas horas trabajando el campo académico. Para empezar, las horas que pasan en la escuela (5-6 horas), luego las que pasan en las actividades extraescolares (4-6 horas semanales). Y a esto hay que añadirle las horas que pasan haciendo los deberes.

Los niños tienen jornadas laborales más largas que las nuestras, y esto hace que tengan estrés, tristeza, inquietud,… Y lo peor: que odien la escuela.

Por eso, la cuestión no es estar a favor o en contra de los deberes. La cuestión no es comparar la escuela tradicional y la innovadora. La cuestión es ofrecer a los niños un equilibrio. ¿No es suficiente el tiempo que transcurren trabajando su campo académico en la escuela? Al principio he comentado que nos encontramos en el cuarto puesto por las horas que metemos a la semana haciendo los deberes, y creo que nos iría mejor si ese cuarto puerto fuera por las horas que meten los niños jugando. No lo olvidéis: la calidad no es igual a la cantidad.   

El juego es necesario. Jugando se aprende mucho.

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