Soy chico y me gusta ponerme faldas. ¿Y qué?

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Imagen del niño, cogida por el periódico El Mundo

La semana pasada leí una noticia que me dejó sorprendida. Bueno no, no me sorprendió demasiado y eso me preocupa.

Sucedió en Estados Unidos. Un niño de 3 años y su madre se encontraban en un parque, el niño vestía una falda morada y un hombre desconocido se acercó a criticar esa situación: juzgando la educación de la madre y asustando al niño. La madre, con intención de denunciar este acto, compartió en las redes sociales la imagen del principio y una carta, las cuales han tenido mucha repercusión.

Vivimos en una sociedad llena de estereotipos, en la que cada instante es oportuno para poner etiquetas, y TODOS estamos contaminados. Sí, lo has leído bien, TODOS. Yo, tú, la mujer que todos los días se sienta a tu lado en el tren, la dependienta de la panadería, el pediatra de tu hijo, el locutor de la tele,… y los más peligrosos: las familias y los profesores de los que formarán la sociedad del mañana. Y si crees que no, estás equivocado. En mayor o menor medida, pero todos estamos contaminados.

Y por eso no me ha sorprendido demasiado una noticia como esta. Defraudar sí, me ha defraudado mucho. Me ha producido mucha tristeza, decepción, preocupación, rabia, incomprensión, enfado,… Eso y mucho más. Pero no me ha sorprendido y eso es preocupante. Estoy contaminada. Estamos contaminados.

Voy a subrayar una frase que escribía la madre en esa carta para poder contaros un proyecto que llevé a cabo en una escuela de infantil. La frase dice así:

Sabemos quiénes somos. Los extraños no van a cambiar quienes somos. El mundo no va a cambiar quienes somos. Nosotros vamos a cambiar el mundo.

La sociedad no cambiará de un día para otro, eso es imposible. Pero con pequeños pasitos, cambiando algunas actitudes, podemos provocar muchos cambios.

Para empezar os pondré un vídeo:

Benjamin Franklin, Leonardo da Vinci, Thomas Edison, Albert Einstein… todos son hombres. ¿Y las mujeres qué?

He querido juntar la noticia y este vídeo porque apuesto por la coeducación. Cuando a los niños de hoy en día no les dejamos expresarse como se sienten o cuando escondemos a las mujeres que hicieron tantas cosas como los hombres en nuestra Historia, estamos impulsando una sociedad sexista, una sociedad que vendrá en contra nuestra. Y puede que no seamos conscientes, pero es un tema que hay que trabajarlo desde pequeños.

Centrándonos en el campo de la escuela, verifico que un tema tan complicado como es la coeducación se puede trabajar desde la etapa de infantil, y lo digo porque lo he trabajado yo. En la sociedad de hoy en día, cuando se habla sobre la Historia, por lo general, se nombran a los hombres; y las mujeres quedan en un segundo plano, en silencio. Y cuando reflejamos esto en los profesionales de la educación apreciamos muchas lagunas, sobre todo el las aulas; no porque no se conozcan a esas mujeres, sino por todo lo que trae esto consigo mismo. A fin de cuentas, cuando no reconocemos el camino que han hecho las mujeres, todo el trabajo, sus vidas, todo lo que tenemos gracias a ellas,… en gran medida, estamos escondiendo el trabajo de las mujeres de hoy en día, estamos resaltando a los hombres, olvidándonos de la coeducación.

Por lo tanto, cuando hablemos de Historia en nuestras escuelas intentaremos hacerlo de una manera equilibrada, nombrando tanto a hombres como a mujeres, reconociendo el trabajo hecho por los dos sexos, y por consiguiente, sin diferencias de sexo explicando la VERDADERA HISTORIA.

La coeducación es uno de los retos más importantes de nuestra sociedad, tan importante como urgente, indispensable. Como dice Izaskun Landaida, directora de Emakunde: «En la infancia y la adolescencia construimos nuestra identidad. En estas edades aprendemos lo que la sociedad espera de nosotros, y no suele ser igual según el sexo que tengamos. Desde pequeños aprendemos qué comportamiento es el de cada uno, siendo niño o niña (ya que esta sociedad solo nos ofrece un binomio), y cuales se aceptan y cuales se castigan. El camino está mucho más marcado de lo que creemos para unos y para otros, y a los jóvenes les recordamos cada día el camino que deben seguir, muchas veces sin darnos cuenta, con los mensajes que les transmitimos, con nuestras actitudes, con los comentarios que hacemos. La familia, la escuela, los medios de comunicación, la publicidad,… he ahí algunas fuentes de los mensajes de cada día, las cuales con mecanismos de identificación nos enseñan como tenemos que ser». 

En consecuencia, si desde pequeños tratamos de no hacer diferencias, si enseñamos a los niños a vivir en paridad, si intentamos tener actitudes que impulsen la igualdad,… dejaremos de leer situaciones como las de la noticia del principio.

Y para terminar una pregunta: ¿sabéis quiénes son Valentina Tereshkova, Lucy, Frida Kahlo, Ana Frank, María Montessori, Amelia Earhart, Josephine Cochrane,…?

Si lo sabeis, enhorabuena. Y si no, ya sabéis, a investigar.

¡Ah! ¡Antes de que se me olvide! Tened en cuenta las palabra de la madre del niño con tutú: El mundo no va a cambiar quienes somos. Nosotros vamos a cambiar el mundo.  

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